Día Mundial Sin Tabaco
Si no fumamos ayudemos a los que fuman para que dejen de hacerlo.
El tabaco es la segunda causa de muerte en el mundo. Está comprobado que la mitad de las personas que fuman actualmente de forma regular – unos 650 millones de personas – eventualmente morirán de forma prematura a causa del tabaco. Igualmente alarmante es el hecho de que cientos de miles de personas que nunca han fumado mueren cada año de enfermedades causadas por la exposición al humo de tabaco ajeno
Uno de los mayores peligros de este vicio (y conjuntamente una de sus principales armas) es que suele dar su «golpe» inicial al ser humano justamente en aquella etapa en que éste es más inestable y más proclive a las falsas sensaciones de libertad, independencia o búsqueda de la novedad: la adolescencia y la juventud. Es justamente en ese período de la vida en que los adolescentes sienten curiosidad o pretenden vanagloriarse ante sus pares mediante ciertas «distinciones» que los realcen, y siempre aparece el tabaco, por medio del cigarrillo y toda la connotación que este conlleva a través de las marcas comerciales, como vía para destacarse.
Y lo que en una primera etapa no es más que una moda o un modo de comportamiento social, al cabo de unos meses ya se torna una necesidad física y luego también psíquica, que termina esclavizando al cuerpo y a su dueño fuera del alcance de la voluntad. Si a eso se le suma la enorme maquinaria publicitaria que lejos de relacionar a este flagelo con su nocividad para el cuerpo, intenta mostrarlo como símbolo de éxito y -vaya paradoja- hasta un medio de éxito deportivo, podemos darnos una cabal idea de la magnitud de este desafío.
Si bien numerosos gobiernos en todo el mundo están legislando en contra de la promoción y publicidad de este fatídico enemigo de la vida humana, muy lejos estamos aún de poder contrarrestar siquiera mínimamente el aluvión significante que desde diversos ámbitos se proclama a favor de este flagelo encubierto, que al cabo de unos cuántos años lleva irremediablemente a una muerte anticipada.
Desde nuestro lugar como educadores, nos queda como misión irrenunciable llevar a nuestros educandos un mensaje de altísimo realismo, haciéndolos ver cuál es el verdadero fin del camino que inocentemente pueden estar iniciando como un juego social, e intentando mostrarles que por el sólo hecho de acceder a las trampas publicitarias que ligan al cigarrillo con la aceptación y el protagonismo, no sólo no obtienen ganancia alguna, sino que se están esclavizando a una industria multimillonaria y acortando irremediablemente sus vidas.
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